miércoles, 27 de octubre de 2010
La medalla milagrosa
Aunque en Buenos Aires alguna vez me pasó algo por el estilo. 20 de diciembre de 2004. Desde hacía 3 años cumplir años ese día se había vuelto casi revolucionario. Las calles se llenaban de manifestaciones, cruzar la General Paz podía ser imposible y volver del centro a Caballito implicaba esperar un colectivo por horas, para tomarlos rebalsando, porque los subtes andaban a media máquina en el mejor de los casos. Yo quería festejar mi cumpleaños, así que esa perspectiva del regreso complicaba mi humor considerablemente.
Una señora detrás de mí en la interminable fila me preguntó indignada por qué había tanto lío. Y... -le digo- es 20 de diciembre, se recuerda lo que pasó en 2001, que terminó la renuncia de De la Rúa.
Abre los ojos gigantes y me dice -¡¡¡¿¿¿renunció???!!
Me alegró la tarde, creo.
lunes, 13 de septiembre de 2010
La venganza...
lunes, 12 de julio de 2010
Hoy necesito
- o en su defecto lograr prender el bendito fuego
- dejar de perder clases de portugués, por las razones que sean
- hablar con mi prima leti. Letiiiii necesito hablar con vos!
- crédito en el celular argentino, para hablar con Leti
- que deje de hacer frío (insisto)
- que mi abuela responda al skype
- que mi abuela se entere de que tiene el skype abierto
- que mi abuela se entere de que tiene skype
- que Luna deje de tirar cosas de la mesada
- que Criterio se tenga a sí mismo, entienda que hace frío y no da para salir ni al patio
- que Flor duerma en los pies de mi cama así después está calentito
- terminar de tejer las polainas, acá le llaman calentadores, pero no hay que confiar en la gente que le dice "palillos" a los broches
- aprender a hacer reducciones, para después aprender a hacer todo lo demás
Y ta, eso
jueves, 1 de julio de 2010
Dilema
Depende del ungüento a untar?
Estoy consternada.
Gracias
domingo, 14 de febrero de 2010
Tratando de reaparecer
Hace un tiempo escribí que crecí caminando hacia el este, desde Mendoza hasta Caballito, y en ese momento pensé que si seguía caminando en esa dirección me iba a caer al río. Eso. El río era el límite. Y lo que pasó fue que el río no fue un límite sino una oportunidad y me dio por cruzarlo.
Y aquí estoy, está raro. Hace poco más de un mes que estoy construyendo mi vida en otro lado, del otro lado, que ahora es este lado. El oriente.
Fueron muchos años de vivir sola, muchos años queriendo sobre todas las cosas descubrir qué quería. Una vida tratando de correr los límites, descubriendo qué había más allá de las barreras que yo misma construí. Y ahora me encuentro acá, de este lado que es el otro lado. Construyendo una vida de a dos, conociendo una ciudad nueva, y tratando de reconocerme en ella.
Flor, como siempre, me acompaña también en esta travesía. Ella es mi reflejo, si tengo alguna duda la miro, y ella está en paz, duerme al sol y protesta cuando tengo que encerrarla. Creo que así estoy: durmiendo al sol y tratando de no encerrarme.
Montevideo está tan cerca, y al mismo tiempo todo cambió. Del dos ambientes a la casa, del 5to piso a los tres patios y azotea, de los potus agonizantes a las aromáticas bien cuidadas. De volver siempre sola a no saber dónde tomar un colectivo. De hablar con una Flor, a hablar con la Luna, que a su manera responde. Todo cambió, aunque Montevideo esté tan cerca y Buenos Aires a veces parezca tan lejos.
Y el amor… ahhhh, el amor. Todo fue tan rápido, tenemos tanto que aprender, tantos espacios que ocupar juntos y tantos que respetar por separado. Tanto que entender del otro y de uno mismo. No estoy descubriendo la pólvora, está bien bueno esto. Y es tan distinto a lo otro… que también estaba tan bueno.
La vida por ahora es carnaval, no hay otra cosa que el carnaval. Me da un poco de miedo el más allá de marzo, cuando se espacien las visitas, cuando seamos de verdad solo nosotros dos, aunque no tenga por qué ser así. Cuando de verdad tenga que enfrentarme a la novedad total de la ciudad vacía y las bombitas amarillas se apaguen. Tengo un poco de miedo, por qué negarlo, de no querer sacarme el piyama y de querer cambiar las páginas de tablados por las promociones de Buquebus. Tengo un poco de miedo. Solo un poco.
La casa nueva está cerca del río, eso quiere decir que hay mucho Este de aquel lado, pero creo que fue bastante movimiento para mis nervios. Ahora a mirar el agua, dormir al sol y disfrutar.