Tengo que votar en las elecciones del BPS*, me toca el circuito 19**. Para llegar al lugar de votación vamos caminando en grupo por una autopista y noto que los que van adelante de mí están vestidos de negro y verde, cuando me doy vuelta para comentarlo con mi grupo me doy cuenta de que yo también estoy de verde y negro y me parece una increíble concidencia.
El lugar en el que nos toca votar es una especie de feria artesanal en la que cada puesto corresponde a un circuito, cuando llego al 19, que está escrito con marcadores de colores sobre un cartón, me separo del grupo. Es un puesto que vende objetos hechos en tela: fundas, repasadores, individuales... Un cartel, también escrito sobre cartón, indica el horario de la votación y a continuación el de funcionamiento del puesto como tal.
Me atiende una mujer de unos 50 años, rubia, rolliza y rulosa. Muy amable me solicita la documentación correspondiente. Para buscar mi cédula apoyo en el mostrador una bolsa llena de otras bolsitas con diferentes contenidos que alguien del grupo me había dado en el camino. La señora me entrega, a cambio de mi cédula, un cospel redondo en su mayoría, alargado en un fragmento, algo parecido al ojo de una cerradura, pero con la base del triángulo sobre la circunferencia y el vértice en el extremo más alejado.
Le digo a la funcionaria que es la primera vez que voy a votar, que soy extranjera y se ofrece a acompañarme al cuarto secreto*** para explicarme. Aunque creo que puedo hacerlo intuitivamente por mi cuenta, termino aceptando su ofrecimiento.
La feria está rodeando un hospital y cada puesto está ubicado en la puerta de un cuarto, que resulta ser un baño que también tiene un acceso desde y hacia el interior del hospital.
Entramos.
Tal como imaginaba, en este baño hay unos lockers que se abren con el cospel y cada locker contiene las boletas de un candidato. Es decir, una vez elegido el candidato, tengo que abrir con el cospel en la puerta correspondiente y tomar de ahí la boleta. Pero en lugar de darme estas indicaciones, la mujer y yo nos detenemos a reflexionar sobre los espejos del baño, que están a diferentes alturas.
En eso, vemos entrar desde el acceso interior a un grupo de enfermeros que llevan a un paciente muy gordo y aparentemente inerte, arrastrándolo por el piso sobre una manta, hacia la puerta exterior y salir. Hacemos un comentario del tipo "qué barbaridad" y seguimos con lo nuestro.
Cuando llega el momento de votar, ya no está la rubia sino un hombre no muy alto, desgarbado, pelado, de lentes y bigotito. Él me explica cómo votar y me hace un breve resumen del perfil de cada candidato. Para esto, con un marcador, dibuja sobre la puerta del locker que corresponde, un retrato caricaturizado del candidato. Mientras dibuja, describe: "éste es fulano, está en la institución desde hace mil años; ésta es mengana, medio arpía, fuma dentro del hospital (y la dibuja con un enorme cigarrillo en la boca); éste otro es sutano, la madre tiene una almacén en no sé qué barrio..." Llegado a este punto decido votar en blanco y agradezco al hombrecito sus explicaciones.
Al salir perdí mi bolsa con bolsitas (aunque sigo cargando una bolsa, pero otra) y una señora de expresión amarga, pelo corto teñido y anteojos insiste en salpicar todo a su alrededor con una manguera.
* Banco de Previsión Social (hubo elecciones la semana pasada).
** El circuito vendría a ser lo que en Argentina llamamos "mesa" en este contexto.
*** Así le dicen a lo que en Argentina llamamos cuarto oscuro
sábado, 2 de abril de 2011
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