sábado, 2 de abril de 2011
Sufragio
El lugar en el que nos toca votar es una especie de feria artesanal en la que cada puesto corresponde a un circuito, cuando llego al 19, que está escrito con marcadores de colores sobre un cartón, me separo del grupo. Es un puesto que vende objetos hechos en tela: fundas, repasadores, individuales... Un cartel, también escrito sobre cartón, indica el horario de la votación y a continuación el de funcionamiento del puesto como tal.
Me atiende una mujer de unos 50 años, rubia, rolliza y rulosa. Muy amable me solicita la documentación correspondiente. Para buscar mi cédula apoyo en el mostrador una bolsa llena de otras bolsitas con diferentes contenidos que alguien del grupo me había dado en el camino. La señora me entrega, a cambio de mi cédula, un cospel redondo en su mayoría, alargado en un fragmento, algo parecido al ojo de una cerradura, pero con la base del triángulo sobre la circunferencia y el vértice en el extremo más alejado.
Le digo a la funcionaria que es la primera vez que voy a votar, que soy extranjera y se ofrece a acompañarme al cuarto secreto*** para explicarme. Aunque creo que puedo hacerlo intuitivamente por mi cuenta, termino aceptando su ofrecimiento.
La feria está rodeando un hospital y cada puesto está ubicado en la puerta de un cuarto, que resulta ser un baño que también tiene un acceso desde y hacia el interior del hospital.
Entramos.
Tal como imaginaba, en este baño hay unos lockers que se abren con el cospel y cada locker contiene las boletas de un candidato. Es decir, una vez elegido el candidato, tengo que abrir con el cospel en la puerta correspondiente y tomar de ahí la boleta. Pero en lugar de darme estas indicaciones, la mujer y yo nos detenemos a reflexionar sobre los espejos del baño, que están a diferentes alturas.
En eso, vemos entrar desde el acceso interior a un grupo de enfermeros que llevan a un paciente muy gordo y aparentemente inerte, arrastrándolo por el piso sobre una manta, hacia la puerta exterior y salir. Hacemos un comentario del tipo "qué barbaridad" y seguimos con lo nuestro.
Cuando llega el momento de votar, ya no está la rubia sino un hombre no muy alto, desgarbado, pelado, de lentes y bigotito. Él me explica cómo votar y me hace un breve resumen del perfil de cada candidato. Para esto, con un marcador, dibuja sobre la puerta del locker que corresponde, un retrato caricaturizado del candidato. Mientras dibuja, describe: "éste es fulano, está en la institución desde hace mil años; ésta es mengana, medio arpía, fuma dentro del hospital (y la dibuja con un enorme cigarrillo en la boca); éste otro es sutano, la madre tiene una almacén en no sé qué barrio..." Llegado a este punto decido votar en blanco y agradezco al hombrecito sus explicaciones.
Al salir perdí mi bolsa con bolsitas (aunque sigo cargando una bolsa, pero otra) y una señora de expresión amarga, pelo corto teñido y anteojos insiste en salpicar todo a su alrededor con una manguera.
* Banco de Previsión Social (hubo elecciones la semana pasada).
** El circuito vendría a ser lo que en Argentina llamamos "mesa" en este contexto.
*** Así le dicen a lo que en Argentina llamamos cuarto oscuro
miércoles, 27 de octubre de 2010
La medalla milagrosa
Aunque en Buenos Aires alguna vez me pasó algo por el estilo. 20 de diciembre de 2004. Desde hacía 3 años cumplir años ese día se había vuelto casi revolucionario. Las calles se llenaban de manifestaciones, cruzar la General Paz podía ser imposible y volver del centro a Caballito implicaba esperar un colectivo por horas, para tomarlos rebalsando, porque los subtes andaban a media máquina en el mejor de los casos. Yo quería festejar mi cumpleaños, así que esa perspectiva del regreso complicaba mi humor considerablemente.
Una señora detrás de mí en la interminable fila me preguntó indignada por qué había tanto lío. Y... -le digo- es 20 de diciembre, se recuerda lo que pasó en 2001, que terminó la renuncia de De la Rúa.
Abre los ojos gigantes y me dice -¡¡¡¿¿¿renunció???!!
Me alegró la tarde, creo.
lunes, 13 de septiembre de 2010
La venganza...
lunes, 12 de julio de 2010
Hoy necesito
- o en su defecto lograr prender el bendito fuego
- dejar de perder clases de portugués, por las razones que sean
- hablar con mi prima leti. Letiiiii necesito hablar con vos!
- crédito en el celular argentino, para hablar con Leti
- que deje de hacer frío (insisto)
- que mi abuela responda al skype
- que mi abuela se entere de que tiene el skype abierto
- que mi abuela se entere de que tiene skype
- que Luna deje de tirar cosas de la mesada
- que Criterio se tenga a sí mismo, entienda que hace frío y no da para salir ni al patio
- que Flor duerma en los pies de mi cama así después está calentito
- terminar de tejer las polainas, acá le llaman calentadores, pero no hay que confiar en la gente que le dice "palillos" a los broches
- aprender a hacer reducciones, para después aprender a hacer todo lo demás
Y ta, eso
jueves, 1 de julio de 2010
Dilema
Depende del ungüento a untar?
Estoy consternada.
Gracias
domingo, 14 de febrero de 2010
Tratando de reaparecer
Hace un tiempo escribí que crecí caminando hacia el este, desde Mendoza hasta Caballito, y en ese momento pensé que si seguía caminando en esa dirección me iba a caer al río. Eso. El río era el límite. Y lo que pasó fue que el río no fue un límite sino una oportunidad y me dio por cruzarlo.
Y aquí estoy, está raro. Hace poco más de un mes que estoy construyendo mi vida en otro lado, del otro lado, que ahora es este lado. El oriente.
Fueron muchos años de vivir sola, muchos años queriendo sobre todas las cosas descubrir qué quería. Una vida tratando de correr los límites, descubriendo qué había más allá de las barreras que yo misma construí. Y ahora me encuentro acá, de este lado que es el otro lado. Construyendo una vida de a dos, conociendo una ciudad nueva, y tratando de reconocerme en ella.
Flor, como siempre, me acompaña también en esta travesía. Ella es mi reflejo, si tengo alguna duda la miro, y ella está en paz, duerme al sol y protesta cuando tengo que encerrarla. Creo que así estoy: durmiendo al sol y tratando de no encerrarme.
Montevideo está tan cerca, y al mismo tiempo todo cambió. Del dos ambientes a la casa, del 5to piso a los tres patios y azotea, de los potus agonizantes a las aromáticas bien cuidadas. De volver siempre sola a no saber dónde tomar un colectivo. De hablar con una Flor, a hablar con la Luna, que a su manera responde. Todo cambió, aunque Montevideo esté tan cerca y Buenos Aires a veces parezca tan lejos.
Y el amor… ahhhh, el amor. Todo fue tan rápido, tenemos tanto que aprender, tantos espacios que ocupar juntos y tantos que respetar por separado. Tanto que entender del otro y de uno mismo. No estoy descubriendo la pólvora, está bien bueno esto. Y es tan distinto a lo otro… que también estaba tan bueno.
La vida por ahora es carnaval, no hay otra cosa que el carnaval. Me da un poco de miedo el más allá de marzo, cuando se espacien las visitas, cuando seamos de verdad solo nosotros dos, aunque no tenga por qué ser así. Cuando de verdad tenga que enfrentarme a la novedad total de la ciudad vacía y las bombitas amarillas se apaguen. Tengo un poco de miedo, por qué negarlo, de no querer sacarme el piyama y de querer cambiar las páginas de tablados por las promociones de Buquebus. Tengo un poco de miedo. Solo un poco.
La casa nueva está cerca del río, eso quiere decir que hay mucho Este de aquel lado, pero creo que fue bastante movimiento para mis nervios. Ahora a mirar el agua, dormir al sol y disfrutar.
martes, 17 de noviembre de 2009
Papiroflexia
jueves, 16 de julio de 2009
La araña chiquitita ataca de nuevo
Aunque no considero que alguna vez me haya resultado difícil probar cosas nuevas, me pareció una propuesta de lo más interesante, que no vino a traer un mundo de novedades, sino a alentar el desarrollo de algo que, al menos en mí, ya estaba ahí, y por qué no, animarse con esa excusa a algunas cosas pendientes. Despertar la curiosidad.
Años después de esta experiencia, siempre la tuve presente a la hora de embarcarme en alguna cosa, cuando empecé a estudiar canto, cuando me animé a hacerlo delante de otra gente, cuando decidí dar clases en la facultad, ser presidente de mesa o enamorarme de un extranjero (ok, esto no lo decidí... pero sí darle para adelante).
Esta semana, por ejemplo, arreglé a fuerza de maña mi mp3, y a fuerza de guantes y cuchillo destapé el desagüe de mi baño.
Punto aparte.
La cuestión
Entonces
Es que me decidí,
y por fin
estoy
aprendiendo
a tejer
Gracias abu! Les presento mi primer ovillito de práctica.
jueves, 25 de junio de 2009
De cómo fue que sucedió
Tacantau fue invitado, junto con La Cuerda Floja y Cachengue y sudor a cruzar el charco para cantar en el Festival Bolsa de Murgas, un hermoso fin de semana de diciembre de 2008. Los organizadores nos habían reservado un galpón enorme en el que pasaríamos la noche desparramados en 40 colchones. La tarde fue transcurriendo, paseos a la playa, mucho mate, solcito, algunos juegos en la rural del prado, prueba de sonido. Todo bien de bien. A la noche actuamos, hasta acá puro preludio.
Después de actuar, cambiarnos y demaquillarnos, pintó el hambre y la sed. Sandra me acompañó a comprar una hamburguesa. "Yo me quedo acá", le dije sin sacarle los ojos de encima al parrillero. Ella entendió demasiado literalmente, tomó su hambuguesa y se fue. Yo me quedé. Hasta que llegó mi hamburguesa, que tardó lo suficiente para que el parrillero y yo intercambiáramos algunas frases y sonrisas.
Las cervezas se fueron sucediendo al ritmo de las murgas y la noche avanzaba siestas mediante sobre alguna pila de colchones. Tímido pero imperturbable seguía el intercambio de miradas a través de la cortina de humo de los choris.
Con la noche y el alcohol bastante avanzados, comenté nuevamente a quien me quisiera escuchar (Inés, en este caso) acerca de lo lindo que era el parrillero (cuya belleza se acentuaba también con el paso de las horas), y agregué "una cerveza más y encaro". No sé cuánto tiempo tardó Inés en traer esa cerveza, pero estoy segura que fue poco. Mientras tanto me llegaba algún chisme del tipo es licenciado en no sé qué cosa extraña, medio científico loco, le dicen "Locura", etc...
En una pausa de ese transcurrir de murgas sobre el escenario, uno de los organizadores, Diego ("El padrino"), anunció una especie de juego cuya gracia objetiva no encuentro pero fue una gran idea: La pareja integrada por un residente de cada orilla del Río de la Plata (condición que debía ser documentada), que subiera de la mano y se besara sobre el escenario, recibiría como premio una botella (otra) de cerveza...
Esta es la mía, pensé en voz alta para quien quisiera escucharme, creo que esta vez fue Leticia, salté de la silla y me fui corriendo al galpón. De ahí a la parrilla, donde, cédula en mano dije: "Es una propuesta". Locura, ni lerdo ni perezoso se escurrió y me llevó de la mano flameando hasta el escenario.
A todo esto yo había olvidado que el lugar estaba lleno de gente. De hecho creo que el juego había terminado, pero en mi mundo solamente girábamos él y yo, y mi mano dentro de la suya.
Llegamos al escenario, presentamos nuestras credenciales mientras yo escuchaba a mis compañeras gritar desaforadamente y todo ese mundo se volvía un tanto confuso... qué hacía toda esa gente ahí, ¿por qué gritaban? Con nuestras identidades biRíoplatenses fiscalizadas, vino el beso. Yo no me acuerdo y la única foto que hay solamente muestra mi mano en su cuello... pero los testigos dicen que fue un señor beso. Nuestro primer beso. Faaa.
Todavía incrédula lo seguí a buscar nuestro "premio". Y tomamos tranquilamente la cervecita mientras los amigos pasaban y saludaban como si nos hubiéramos ganado un Martín Fierro.
Un poco tímidos y bastante contentos por la situación atravesada seguimos charlando, mirándonos y sonriendo mientras tomábamos. Cuando terminé la última gota, devolví la botella mientras jugaba mi carta final: "No fue por la cerveza". Beso y cada cual a sus puestos.
La noche se hizo día y nos encontró bailando y queriendo más.
Y tuvimos más. A diciembre le siguieron las vacaciones de verano. Internet, buquebus y cupido están haciendo el resto. Y así fue que sucedió lo del bendito amor
El bendito amor
Es notable lo fácil que me resultaba escribir sobre el amor cuando no lo era, cuando estaba lleno de desencuentros, contradicciones, desengaños. Escribir desde la catarsis, la rabia, la pena.
Ya hablé alguna vez sobre esto, cuando se me hizo tan evidente que la felicidad atentaba contra mi escritura. Hoy quería hablar de el amor específicamente, y de su compatibilidad con mis palabras escritas, quizás de esta manera pueda reconciliarlos y volver a escribir.
El amor es posible, está siendo posible. No hace tanto tiempo estaba de ese lado, del lado de los que creían que ya no nos tocaría, pero en el fondo conservaba la esperanza y aun la búsqueda, a veces desesperada, de aquel príncipe cuyo beso me despertara del letargo.
Durante esa búsqueda escribí mucho, cada desengaño explotaba en un torrente de palabras dolidas, llenas de emociones tristes, palabras necesarias para cerrar las heridas y volver a la batalla. En el medio encontré la música en mi voz y las palabras se perdieron un poco del papel para colarse en algunos ventarrones que pasaban.
Fue esa música en la voz la que posibilitó la aparición del príncipe, por varias razones que no vienen al caso.
Volviendo al tema del amor y la felicidad escrita. Quiero volver a escribir. Quiero amar, ser amada, seguir cantando y volver a escribir. Quizás estoy pidiendo demasiado.
Quiero que mis próximos escritos hablen de las cosas lindas que me pasan, incluso en la misma clave netamente emotiva y a veces confusa y hasta críptica en que escribía mis fantasmas para sacármelos del cuerpo. ¿Cómo se hace?
Como ya dije una vez, tengo que aprender a escribir de nuevo, todavía no lo logro, pero tenía estas ideas en la cabeza y bueno... la gripe... las tuve que escribir.
domingo, 29 de marzo de 2009
Ay qué miedo
Llegué decía, un remisero me esperaba, encaramos la salida... Llegando al segundo peaje en la autopista, vemos que hay una laaaaaaarga fila, me indigno y festejo a los que tocan bocina. 5 minutos después llegamos a la barrera, que por cierto había estado abierta todo el tiempo. A partir de este momento yo permanezco callada todo el trayecto, de manera que todos los guiones corresponden a mi interlocutor devenido monologuista.
- No lo puedo creer (en adelante NLPC), qué desastre (QD)
- Seguro son estos neg... villeros que están cortando, QD, este es el país de la joda, hacen lo que quieren NLPC!
Seguimos avanzando, muy lentamente...
- NLPC!, QD! es increíble, un domingo a la noche QD!
- Seguro que están cortando, son doce negros borrachos, siempre lo mismo!
Después de muchos NLPC, QD y otros similares... logramos desviarnos.
- Son estos negros de mierda, hacen lo que quieren.
El desvío nos acerca finalmente a la General Paz, en donde se pueden ver unos ocho camiones parados, bloqueando la mitad de la entrada.
- Ahhh, noooo, mirá lo que es, son los camiones parados, mirá el quilombo que armaron! Claro, tienen que entrar en Liniers y salen por acá, estos están para entrar mañana. Después que no me digan... mañana entran 60.000 cabezas de ganado, vas a ver.
- Nooo, a estos del campo hay que matarlos a todos. Ahora por General Paz llegamos en seguida, vos ya tendrías que estar en tu casa.
Hay gente que me da miedo de verdad.
jueves, 5 de marzo de 2009
Escupir para arriba
domingo, 1 de marzo de 2009
martes, 30 de diciembre de 2008
Ahora sí, balance
Brindo por el tiempo a favor, por llevar el timón.
Brindo por las voces de todos y por la mía entre ellas.
Brindo por haberme animado a ser.
Brindo por lo temido, por lo llorado, por lo aprendido.
Brindo por los viajes, los charcos cruzados.
Brindo por seguir encontrando lugares.
Brindo por haber cumplido 27, que era lo que tocaba.
Brindo por los balances positivos, por la contentez, por la imaginación, por la sensatez.
Brindo por haberme ido de donde me fui, por volver a donde volví y por llegar a donde llegué.
Brindo por mi hermano y mi cuñada que por fin dejaron de ser amigos.
Brindo por mi papá y por mi mamá y por sus amores.
Brindo por mis amores, por el rato que me hicieron feliz.
Brindo por mis amantes, por quedarse ahí a pesar de todo y ser mis amigos.
Brindo por los desengaños, porque antes fueron ilusiones.
Brindo por los encuentros, los barcos, los aviones.
Brindo por la música y por las palabras. Y por los silencios y las rondas.
Brindo por los libros, los leídos, los hechos, los por venir.
Brindo por Flor. Brindo por mis amigos. Brindo por mis primos.
Brindo por las reglas de tres, las simples, las inversas y las complicadas.
Brindo por la complejidad, las contradicciones, las dudas.
Brindo por que lejos quede más cerca.
Brindo por terminar el año sin acordarme ni cómo lo empecé.
Brindo por repetir brindo muchas veces.
Brindo otra vez.
Salú!