Cuando los propios brazos no alcanzan para abrazar la superficie de nuestros abultados traseros. Canciones que van directo al hígado, con una voz que circula por todo el cuerpo y pone los pelos de punta. No empujes, es simple, no puede entrar. Historias que se cuentan solas, y no son más que finales. Siempre finales. Trazos de esas imágenes, en blanco y negro y algunos (pocos) grises. Letras puntiagudas, que hieren sensibilidades, pero tan poéticas, tan inevitables. Es simple, es cierto, tan simple.
Una detrás de la otra, y la puerta golpea con el viento, tétrico y oscuro. Apenas bosquejos, ni siquiera la ilusión del color. Ni siquiera un plan. Apenas una pena chiquita. Esa que rebalsa.
4 comentarios:
me encanta lo que escribís siempre mou!
abraxo!
Leo buena prosa aquí, que tiene una misteriosa poesía.
"Disfrutar del dolor cuando está bien escrito" y "llorar la poesía ajena" me parecieron pasajes luminosos.
Saludos.
Ya te han dicho por ahí que te dediques a la literatura. Yo también lo he hecho, pero hoy no.
Yo sólo quiero pedirte que sigas dedicándote estos momentos, que continúes extrayéndote letras. Somos muchos los que andamos por acá y estamos mirando. Esperamos porque sabemos que sos exhibicionista. (Y, claro, porque estás escribiendo bellísimamente.)
Ay! chicos, las cosas que dicen... gracias
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